Familia, adolescencia y autoridad

Por un lado, cuando hablamos de familia nos referimos al primer grupo social dónde la persona se desarrolla. Cada familia está configurada de una manera, por las características de sus miembros, así como por las reglas, la estructura jerárquica, los diferentes roles, si existen crisis bien por enfermedad, por accidentes, muertes, nacimientos…

Con lo que igual que no hay dos personas iguales tampoco existen dos familias idénticas. Además el desarrollo de cada uno de sus miembros no solo dependerá de su familia de origen sino que la persona además tiene que coexistir en la pertenencia de nuevos grupos familiares; familia de origen de la pareja, nueva familia creada…

Con lo que el análisis familiar requiere de una visión global y la compresión de muchas variables que afectan a los diferentes miembros.

Cuando hablamos de una familia con un miembro o varios miembros adolescente/s hablamos de un grupo con un miembro que está transitando una etapa intermedia entre la infancia y la etapa adulta. Con lo que también será diferente si el/la menor se encuentra en el  inicio, ecuador o al final de la misma. Por ejemplo, el lenguaje a la hora de transmitir un cuidado, un límite o una consecuencia tendrá que variar si nos dirigimos a una persona de 14 años o de 18. 

En general, todas las personas necesitamos vivir en contextos reglados para así tomar determinadas decisiones las cuales nos llevarán a sentirnos orgullosas, satisfactorias, decepcionadas, fracasadas… y así también poder declarar un orden donde todas la personas contemos con los mismos derechos y deberes a nivel humano.

Bien, en la etapa adulta y vejez las reglas las marca la ley penal, civil, mercantil, familiar… y en la infancia y en la adolescencia a parte de esta general, delegamos también en las familias una responsabilidad para con estos/as menores para así garantizar la regulación de los derechos y deberes de los/as mismos/as por la inmediatez y variación que estas etapas necesitan. 

La autoridad es la que se encarga de que esas reglas se cumplan, evaluar los riesgos que puede asumir la/s persona/s que está a su cargo y supervisar “el orden”. Por lo que la autoridad toma muchas decisiones basadas en su propio juicio cuando hablamos de estas últimas reglas del hogar marcadas por las familias.

Es ahí dónde entra la parte más compleja y peculiar de cada una. Ya que de primeras en muchas ocasiones la autoridad de los/as menores en casa está regida por dos o más personas, y estas si no llegan a acuerdos de primeras pueden estar poniendo reglas, o dando órdenes contradictorias, solapadas, duplicadas, que pueden generar desconcierto en el/la menor, así como pueden crear conflictos entre los miembros. Eso en los hogares que están más o menos reglados, porque en los que no existen reglas ya es la jungla.

Por lo que lo primero será marcar unas reglas implícitas y explícitas y llegar a acuerdos de una manera dinámica ya que las necesidades y deberes del/la menor cambian rápidamente.

Por otro lado, en ocasiones, la autoridad se confunde con autoritarismo por lo que tener ese deber nos lleva a veces a imponer a través del miedo o la rabia la misma pasándonos la desapercibido que aunque el deber sea proteger debemos contar con la persona protegida. Y eso supone también tener en cuenta sus necesidades, sus gustos, sus deseos… 

Por lo que, la autoridad en una familia con algún/os miembro/s adolescente/s no es tarea fácil pero sí necesaria. Así como hacemos terapia individual también existe la terapia familia la cual consiste en facilitar a cada miembro básicamente su existencia acompañándoles hacía el mayor bienestar. Siendo esta pertinente cuando exista malestar o desborde familiar.

Si no puedes, no dudes en pedir ayuda

Si, a pesar de intentarlo y poner todo de tu parte, no consigues que mejore la relación con tu hijo, no dudes en buscar ayuda de un profesional como un psicólogo o terapeuta familiar para así exponer tu caso.

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